Gustavo Flores, especialista en salud y coordinador de Santa Lucía S.E.G.A., proyecto de restitución del derecho a la salud, pidió cámaras abiertas a todas las personas que fueron parte del taller sobre el Protocolo de atención de salud de los hombres. Una mirada desde el autocuidado y anunció que “Vamos a tener un enfoque salutogénico, no va a ser basado en la enfermedad”.
Explicó que el objetivo específico del taller es “promover la participación de los hombres en autocuidado, ejercicio de la paternidad, atención en servicios de salud de primer nivel con enfoque en la prevención de la violencia y salud sexual y salud reproductiva”.
Y para ello, dijo que promoverá la reflexión sobre lo que significa ser un hombre; abordar las necesidades de salud de los hombres; reflexionar sobre las desigualdades de salud de los hombres respecto a las mujeres y sobre las desigualdades de salud entre las diferentes formas de ser hombre.
Pidió a los/as participantes pensar en tres declaraciones sobre sí mismos, dos verdaderas y una falsa y luego promovió un intercambio de opiniones sobre esas formulaciones. Propuso elegir un nombre para designar al grupo que por mayoría decidió llamarse “Varones en acción”.
Gustavo Flores inició su exposición con datos sobre las causas de muertes en hombres en América Latina, desde el nacimiento, y destacó que, en el rango de 14 a 20 años, es cuando las causas de muerte se asocian directamente con el machismo y con la violencia interpersonal, los suicidios, trastornos por consumo de drogas y ahogamientos. El suicidio es recurrente a lo largo de los años y en los 50 empiezan a manifestarse las consecuencias de los hábitos, principalmente alimenticios y de consumo de cigarro y alcohol.
Pidió poner atención al hecho de que la primera causa de muerte son los homicidios, tanto en hombres como en mujeres, pero a continuación preguntó ¿quién mata a las mujeres?… los hombres y concluyó que “pareciera que de todo esto fuera culpable la masculinidad hegemónica”. En el caso de las muertes por accidentes viales, se mueren muchos hombres pero un alto porcentaje de muertes de mujeres ocurre en accidentes producidos por hombres. En relación a los suicidios, 3 de 4 casos son hombres y solo uno es mujer. Aparecen también las muertes por exposición a fuerzas mecánicas, por ejemplo, en construcción.
“Muchos hombres no van a los centros de salud y se mueren y no sabemos por qué se han muerto. Ese es el iceberg que se intenta mostrar. El hombre tiene un malestar que se ve y otro malestar que no se ve. Lo importante es cómo visibilizar esos malestares, que yo los he denominado angustias, porque la angustia marca la vida de muchos hombres, y hay consecuencias, algunas visibles, en temas de salud”, dijo.
Advirtió que algo que llama la atención es la mortalidad precoz de los hombres, como consecuencia de hábitos no saludables, “ser padres ausentes tiene un alto costo en la salud, tanto como no tener papá y no asumir la paternidad”.
Desde un enfoque interseccional, señaló que “hay mucha vulnerabilidad de los hombres cuando están enfermos, ya que por sí no van a los servicios, pero también el ser indígena ser una variable importantísima en nuestro país”. Y añadió que cuando se habla de temas de salud suele haber mucha resistencia, porque el machismo impone “la lógica de “hasta que el cuerpo aguante” y a veces tu cuerpo no te va a aguantar”.
Y para cerrar la primera parte del taller, propuso un juego sencillo, que consistió en adherir o rechazar un listado de afirmaciones: “es más fácil ser hombre que mujer”; “las mujeres son mejores padres que los hombres” , “lo mejor para un niño es tener una madre y un padre”, “está bien que un hombre sea emocional en público”, “está bien que una mujer lleve condones”, “los hombres necesitan tener relaciones sexuales más que las mujeres”, “Las mujeres y los hombres básicamente quieren las mismas cosas en una relación”, “Si alguien cuestiona mi virilidad, debe defender mi reputación con fuerza”.
Gustavo Flores reinició el taller y mostró que la esperanza de vida al nacer es menor en el caso de los hombres (65,5) respecto a las mujeres (70,4), “podríamos decir que “el hombre es más débil”, porque hay una tendencia también a decir que los hombres se mueren más por la selección natural, pero no es así, porque las principales causas de muerte son producto de conductas y hábitos”.
¿Cuál será la causa para que mueran más jóvenes los hombres? Preguntó, y respondió de inmediato que influyen la cultura, la pobreza, el nivel de instrucción, pero también los hábitos, especialmente los alimenticios y el consumo de alcohol.
Planteó que es necesario formular políticas de prevención. “El cuidado cambia el paradigma de la salud pública. Aparte de cuidarse, hay cosas que vamos a hacer a lo largo de toda nuestra vida, que van a influir en los resultados de nuestro envejecimiento y la aparición de enfermedades, especialmente las no transmisibles. Ahí es donde empezamos a pensar en el concepto de “curso de vida”.
Detalló que actualmente en el Ministerio de Salud hay un programa de primer nivel, que se llama el continuo de la atención en el curso de vida que busca incorporar la atención integral a la salud de las personas. “No incluye el enfoque de masculinidades, lo estamos desarrollando, hemos estado contribuyendo con algo de experiencia”.
“Hay que entender que como estamos, no es un proceso lineal. Nos trazamos una trayectoria como personas y esa trayectoria va a tener cambios o transiciones. Esas transiciones van a estar determinadas principalmente por sucesos vitales”.
Planteó que es necesario intervenir en el curso de vida de las personas en un determinado lugar, que puede ser la casa, el trabajo, la plaza, el campo deportivo… diferentes escenarios donde los hombres se sienten más a gusto para hablar de salud. Insistió que “los resultados en salud se potencian, cuando el mismo individuo tiene la capacidad de hacerse responsable de su propia salud”.
¿Qué decimos respecto a la salud?, preguntó y dijo que “tendríamos que hacer un taller solamente de las categorías lingüísticas que se utilizan en salud, porque a veces nuestro discurso en la tele o en el centro de salud, contradice la información biológica básica y mezcla temas de género y excluye a los hombres, por ejemplo, de la reproducción”.
Insistió en que cada quien tiene que luchar por su derecho a la atención en salud y desarrollar la habilidad del cuidado. “Eso se tiene que enseñar desde niño. Todos los hombres deberíamos ir a control cada 6 meses”.
Alguien interrumpió y destacó que “no hay confianza en el sistema de salud, no existe el hábito cultural de asistencia a controles y tampoco ayudan en eso las instituciones públicas”.
Y alguien más complementó que “El tema de cuidado se asocia mucho a lo femenino. Desde esta construcción binaria entre hombres y mujeres y desde la distribución de las tareas, el cuidado está destinado, hacia las mujeres. Es importante darse cuenta que estás en un proceso de autodestrucción”.
Y siguió otro comentario, esta vez respecto a lo ya dicho sobre la paternidad. “No podríamos generalizar que la paternidad te ayuda a pisar suelo, cada historia es diferente. Hay que pensar cómo involucrar a los hombres en su derecho paterno y en sus responsabilidades reproductivas. En donde trabajo hacemos campañas de vasectomías, y hay datos interesantes. El año pasado hemos hecho más o menos 100 vasectomías en La Paz. En Santa Cruz hemos hecho 50, y de esos 50, el 80% eran collas. En Trinidad los dos que se han hecho son collas. Creo que es interesante analizar que el trabajo que se ha hecho en feminismo, género y demás, llega más en regiones donde el machismo no está tan arraigado”.
Y entonces una voz sugirió: “Creo que es bueno ampliar el concepto desde la integralidad, como ser humano. Es necesario abordar desde tres enfoques entrelazados: lo biológico, lo psicológico y lo social”.
Gustavo Flores, no se guardó nada, presentó una sucesión de diapositivas con mucha información, demasiada información que, a ratos, era difícil procesar. Todo hacía ver que no quería dejar un solo cabo suelto en su afán de promover la responsabilidad del autocuidado en salud en los hombres y a lo largo de toda la sesión puso énfasis en los factores estructurales, sociales e individuales que condicionan esa responsabilidad.
Y cerró el taller dando la palabra, pidiendo, especialmente a los hombres, aportes y comentarios.
- “Muy interesante lo que nos has presentado, es siempre bueno conocer experiencias y tratar de ver cómo aplicamos a nuestra realidad”.
- “El espacio ha sido muy reflexivo. Me llevo la pregunta ¿qué podríamos hacer para que los varones puedan asumir el cuidado de la salud? Hemos visto las causas, pero hay que ver cómo solucionamos”.
- “Me gustó ver que hay varones interesados en estos temas, dispuestos a hablar de este tema, con ganas de involucrarse, de intercambiar con otros, eso es un estímulo y una esperanza”.