Análisis criminológico de la violencia masculina y comportamientos delictivos

La psicología de la delincuencia, la criminología y cómo la criminología analiza la violencia y los conflictos delictivos. Suficiente para un primer día de taller que será fundamentalmente teórico, anunció la psicóloga Jenny Portugal.  

El anfitrión, Santos Saico, de CISTAC, se limitó a dar a conocer la vasta experiencia de la especialista que actualmente trabaja en la Dirección de Seguridad Ciudadana de El Alto. 

Las primeras diapositivas se centraron en el análisis criminológico de la violencia machista y los comportamientos delictivos. Jenny Portugal, dio por hecho que ya leyeron los tres textos introductorios “porque la criminología no es un área fácil” y preguntó “¿Qué tema llamo tu atención? ¿Alguna vez infringiste las normas sociales, alguna vez imaginaste agredir físicamente a alguien, alguna vez deseaste la muerte de alguien, alguna vez deseaste vengarte de alguien? ¿Qué experiencias tuvieron con violencia? 

Solo una participante que se aplicó con la lectura dijo que  le llamó la atención los rasgos psicológicos que predisponen a una persona a ser una agresora. Dio pie a la facilitadora a insistir en que la especialidad exige leer mucho y ser muy observadores. Y a continuación plantear que es importante analizar la propia relación con la violencia y con las normas sociales, para entender el proceso en el cual algunas personas se involucran en hechos de violencia y cometen delitos. 

Detalló que según un estudio de Naciones Unidas (2014), “cerca del 95% de los homicidas a nivel global son hombres”. Refirió que “Investigaciones sociológicas demuestran que los niños y los hombres son socialmente recompensados por ser físicamente fuertes y dominantes y socialmente ridiculizados si se muestran débiles o sumisos”. “Hay más hombres psicópatas que mujeres”, puntualizó.

Es fundamental tener evidencia científica para entender la incidencia del delito, dijo, y a continuación presentó los datos del centro penitenciario de Qalauma donde la mayoría de hombres recluidos tienen entre 21 y 25 años, por lo que concluyó que en ese rango de edad se registra la mayor incidencia en delitos. Del total de internos, 254 son hombres y sólo mujeres. Los datos desagregados muestran que los delitos más frecuentes  son violación de infantes y adolescentes, violación, robo agravado y estupro. 

Luego de explayarse con estadísticas sobre la comisión de delitos a nivel nacional, insistió  que “es muy importante el análisis reflexivo del tipo de movimiento delictivo por ciudades” y, asimismo, entender la dinámica del entorno social e incluso cómo los medios de prensa representan a la víctima y al agresor a la hora de reflejar un hecho violento. Cuando se realiza un análisis criminológico hay que tomar diferentes perspectivas, y es fundamental ver los datos estadísticos, recomendó. 

Luego se centró en la relación entre masculinidad y criminalidad. Dijo que desde el enfoque de masculinidades es importante abrir la mente a diferentes perspectivas y romper las barreras disciplinarias para comprender el comportamiento humano. La masculinidad se construye aprendiendo a negar lo femenino y reafirmando el ser hombre de manera permanente. Dado que los hombres generalmente no saben manejar sus emociones, y su afectividad está menos desarrollada, les cuesta aceptar que están sufriendo una situación emocional conflictiva, porque eso significaría que están siendo débiles. 

La facilitadora aseguró que los hombres y las mujeres tienen la misma potencialidad de violencia, sin embargo, al hombre se le ha enseñado a utilizar la violencia física, mientras que a las mujeres se les enseña a usar más la violencia psicológica. Las mujeres también pueden usar la violencia física y ser letales pero, hay un “proceso de naturalización de la violencia masculina como modo legitimado de resolver conflictos personales”, eso lleva a que los hombres tiendan a resolver sus conflictos con violencia, mientas que las mujeres tienden a insultar, van primero a lo verbal. Estos comportamientos se han ido modificando, y ahora algunas mujeres recurren a la violencia física para resolver conflictos. 

Entrando en materia criminal, puntualizó que la criminología ayuda a hacer un análisis mucho más amplio de los comportamientos que llevan a las personas a la violación de la norma social. Preguntó, ¿Qué sucede, qué está pasando en la sociedad, para que las personas infrinjan las normas al punto de asesinar o cometer un delito sexual?, y aseguró que las bebidas alcohólicas aumentan el riesgo de comisión de estos delitos al igual que la violencia en televisión. 

Explicó que según Michelle McGuire (2019), la criminología debe analizar 3 fenómenos: la naturaleza y causa de delitos y delincuentes; las respuestas que las instituciones dan a la conducta delictiva; el desarrollo de una metodología científica para poder explicarla. 

Después de 15 minutos de receso, Jenny Portugal habló sobre el comportamiento delictivo y de algunos elementos que se deben tomar en cuenta para entenderlo: las interacciones entre la persona y su entorno, los pensamientos y elecciones de los agresores, las emociones, las recompensas, los rasgos y perfiles de la personalidad, los aprendizajes y socializaciones, las creencias y actitudes, y las expectativas. 

Dijo que algunas de las explicaciones de la delincuencia serían las siguientes: 1) la delincuencia se aprende, 2) existen rasgos y características que predisponen al delito, 3) los delitos constituyen reacciones a vivencias individuales de estrés o tensión, 4) tiene relación con la ruptura de los vínculos sociales y, 5) el inicio y mantenimiento de la carrera delictiva se relacionan con el desarrollo del individuo, su infancia y adolescencia. La transgresión de las normas tendría un origen multifactorial y según el Modelo del Triple Riesgo Delictivo (TRD), habría 3 tipos factores a tomar en cuenta: (A) factores de riesgo personal, (B) factores de carencia de apoyo pro social, y (C) factores de oportunidad. 

Enfatizó que cuando se analiza el desorden de conducta o trastorno disocial es importante estudiar ciertos actos y actitudes tomando en cuenta su frecuencia, su intensidad, su cronicidad y su magnitud. Identificar esto a tiempo puede evitar que alguien cometa crímenes irreversibles a futuro. Es necesario considerar la violencia como un proceso,  que tiene dos planos temporales: sincrónico (no se limita a la pareja sino que involucra a otras personas directa o indirectamente) y diacrónico (cambia por el tiempo o la influencia del entorno). Es una relación de poder en la que inciden otros factores, como la presión social o la situación económica. 

EL segundo día de taller comenzó con un video de una entrevista a Vicente Garrido en la que, entre otras cosas, aseguró que los feminicidios son una cuestión emocional, no una cuestión intelectual, por lo que cuestionó que los medios busquen explicaciones racionales para actos emocionales. Dijo que desde la criminología es importante analizar los diferentes factores que han podido llevar a una persona a cometer un crimen y sugirió que las políticas y programas de prevención tendrían que centrarse en los hombres considerados de riesgo: que andan borrachos en las calles, que son agresivos tanto en espacios públicos como privados, etc. 

La facilitadora retomó la conducción, recapituló algunos conceptos desarrollados el día anterior y apuntó que el taller combina el análisis desde el enfoque de masculinidades  y desde la criminología y “se espera que cada participante se vaya con un reto, preguntándose dónde trabajar y cómo trabajar, en qué enfocarse, desde dónde pueden aportar, etc. Es importante dar cuenta de la importancia de la prevención, puesto que  revertir las actitudes delictivas es mucho más complejo que prevenirlas. 

Como estaba programado se organizó grupos de trabajo para que las personas participantes, en base a casos concretos, reflexionen desde el ámbito de su profesión y analicen los motivos que llevan a los hombres a cometer feminicidios.  

El Grupo 1 analizó el caso de una mujer joven, víctima de feminicidio, embarazada y quemada, y lanzó algunas hipótesis: el agresor probablemente actuó por miedo a perder su libertad, debido al embarazo no planificado; es previsible que haya propuesto no continuar con el embarazo. Atribuyeron al agresor un aire de “aquí se hace lo que yo diga”, la mata y la quema, por tanto, hay saña y premeditación. 

El Grupo 2  analizó un feminicidio en El Alto con un grado de violencia extrema: la víctima fue decapitada y desmembrada. Dedujeron que el hecho pudo ser resultado de la decisión de la mujer de terminar la relación, o posiblemente porque el autor descubrió alguna infidelidad. 

Por último, el Grupo 3 reflexionó en torno al caso de una mujer encontrada muerta en un terreno baldío en la autopista con la cabeza destruida por una roca y sus pantalones bajados lo que hace pensar que talvez se negó a tener sexo y eso impulsó al hombre a matarla.

Los tres grupos coinciden que los casos tienen en común que hay cierta noción de “dueñidad”, por lo que sería un aspecto importante a trabajar en las políticas y programas de prevención. Se debe enseñar a identificar y gestionar las emociones en hombres, porque no saben qué hacer ante la frustración. Utilizar el enfoque de masculinidades para entender la mente de los hombres puede permitir mejorar las políticas de prevención de la violencia.