La violencia machista: una mirada reflexiva de las masculinidades desde las mujeres

Un taller sólo para mujeres, con dos mujeres en la conducción.  Wanda Pinto, de Ciudadanía,  como anfitriona y Cecilia Saavedra, de CISTAC,  como moderadora.  

La moderadora inició el taller con una rápida referencia a la importancia del advocay participativo, una metodología promovida por CISTAC. Detalló que el trabajo desde las masculinidades le permitió adentrarse en el feminismo. Después hizo una introducción sobre la teoría social del género, con el apoyo de diapositivas.

Definió el género como una “serie de atributos y funciones que van más allá de lo biológico y reproductivo” y detalló que “las masculinidades refieren todo lo que los hombres sienten, piensan, dicen, a partir de una construcción cultural e histórica”. 

Dio varios ejemplos sobre cómo se construyen los mandatos de género y concluyó que “Los hombres aprenden códigos de funcionamiento vital para la valoración, libertad, autonomía y ejercicio de poder”, mientras que las mujeres son entrenadas para cuidar y hacer los trabajos domésticos, se les enseña “abnegación y sufrimiento como valor el ser”. 

Luego de subrayar que el ejercicio de poder de los hombres sobre las mujeres se da a partir del control y el dominio, desde la infancia, recordó que también  hay relaciones intragenéricas, por lo que es importante analizar cómo están las relaciones entre mujeres, “si existe la sororidad o si nos vemos como rivales”. 

Es necesario recordar, dijo,  que “hablar de género es también hablar de hombres”, por tanto, hay que “romper el mito de que hablar de género es hablar de mujer” y subrayó que es categoría muy amplia que permite también hablar sobre las masculinidades. 

Después de la introducción teórica, se proyectó el video “Basta ya” de la serie Hombres que permitió adentrarse en las prácticas machistas y ver cómo se configura el modelo hegemónico de masculinidad.  Se abrió un intercambio sobre los mensajes clave del video: es difícil romper las estructuras impuestas en el seno de la familia; las mujeres arrastran procesos de formación que dificultan la deconstrucción de ciertas estructuras; pese a los avances, las fracturas a la estructura han sido sólo pinceladas. 

Dicho eso, la moderadora señaló que lo que se intenta es que la nueva masculinidad no se reconfigure como una moda. Y que no es la idea que haya un nuevo modelo hegemónico sea de masculinidad o feminidad, sino que ir hacia la despatriarcalización.  Que es importante entender que dentro del sistema pierden tanto hombres como mujeres, pero en diferente medida porque hay un juego de relaciones de poder, pero al momento de pagar los costos, las mujeres lo pagan con sus cuerpos. 

Después de la conversación la facilitadora continuó su exposición con diapositivas. Explicó que la construcción y reproducción del modelo hegemónico de masculinidad se basa en la concentración de poder y privilegio, se genera, constituye y materializa en el relacionamiento interpersonal y en la organización social. Prácticas cotidianas, como el castigo, control, perdón, indiferencia y otras, aseguran el poder. 

La facilitadora explicó que existen “4 patas” que sostienen el modelo de masculinidad hegemónico basado en el poder: la heterosexualidad compulsiva, la misoginia, la homofobia y el sexismo. 

Tarea para la casa.  Analizar el modelo hegemónico de feminidad y los mandatos de género: de qué manera las han marcado, incomodado y talvez despertado rebeldías, y qué propuestas de cambio quieren hacer en lo personal y también en lo familiar. 

Al final las participantes lanzan algunas opiniones sobre el trabajo realizado y sobre la tarea para el día siguiente.  El segundo día de taller se inició con la recapitulación de lo ya visto y el anunció de una jornada más participativa.  Se dio inicio a la dinámica del “Yo soy” con dos preguntas: ¿cómo nos construimos y cómo nos construyen a partir de nacer mujeres? y ¿qué significa ser mujer en lo social? ´

En general, las participantes consideraron que a las mujeres se las educa desde niñas para ser delicadas, calladas y obedientes y, ojo, son las madres las que enseñan dichos mandatos a sus hijas, por lo que los roles se transmiten de generación en generación. Lo propio con los varones, con la consabida sobreprotección de los padres y la sobrecarga de tareas sobre las hijas mujeres. Los regalos de las niñas, casi siempre objetos asociados al cuidado y la doméstico son otra forma de  contribuir a la reproducción de roles.  En lo social, opinaron que “la mujer es vista como la costilla, como parte del hombre, no autónoma, no independiente”, aunque por otro lado se les asigne más tareas que al varón viéndose obligadas a cumplir dobles o triples jornadas. Se enfatizó que es importante la no victimización aun cuando las desigualdades sigan siendo una realidad.  Para responder, las participantes hicieron énfasis en sus vivencias personales, con ejemplos sobre su  crianza y experiencias compartidas en la vida cotidiana. 

Segunda parte de la dinámica. ¿Cuáles son los mandatos de ser mujer que han recibido a lo largo de su vida? Algunas respuestas: “Siéntate como señorita”, “La cocina es para las mujeres”. “Ya deberías casarte”. “No juegues así, pareces varón”. “Si no cocinas, no vas a tener marido”. “Tienes que aprender a comprar en el mercado, algún día te vas a casar”. En casos de acoso: “qué habrás hecho, más larga te tienes que poner tu falda”. “Mira tu cabello, pareces hombre”. En general se refirió mucha presión sobre el cuidado del aspecto físico, temprana incorporación a las tareas de cuidado, y permanente referencia al matrimonio y la maternidad como destino de la mujer. 

A continuación, Cecilia Saavedra pasó a explicar en qué consiste el modelo hegemónico de feminidad, utilizando la metáfora de la escalera, propuesta por la Coordinadora de la Mujer,  que se sustenta en dos pilares: ser para otros y abnegación. Estos pilares estarían atravesados por varios peldaños, de abajo hacia arriba: virginidad, matrimonio, fidelidad y maternidad, a los que CISTAC agregó el peldaño del cuidado. A partir de esos peldaños se ejerce control sobre las mujeres y se genera culpa, lo cual contribuye a sostener el machismo y el sistema patriarcal. “Cuanto más te acercas al modelo hegemónico representas a la ´buena mujer´ y mientras más te alejas serás considerada ´mala mujer´”, destacó. 

A continuación detalló la campaña que se impulsa en Paraguay para romper con los mandatos clásicos: “Si te grita o te maltrata, ahí no es”; “Si dejas de hacer lo que te gusta, ahí no es”; “Si te dice ‘es tu culpa, tú provocas que yo sea así’, para justificarse, ahí no es”; “Si sabe cómo te hacen sentir sus comentarios, y aun así los sigue haciendo, ahí no es”; “Si te hace sentir o te dice que nadie más te va a querer, ahí no es”. Una campaña que también cuadra con nuestro contexto. 

En base a lo visto, las participantes compartieron sus experiencias y se cuestionaron cómo se podría romper con el modelo hegemónico femenino. Conversaron sobre las dificultades en el camino a deconstruirse, pero también sobre algunos avances en ese sentido. También resaltaron que hay que tener cuidado con las reconfiguraciones de la estructura que muchas veces aparecen como cambios. Subrayaron que los micromachismos se pueden seguir reproduciendo aunque aparezcan de manera sutil y pasen desapercibidos. Sin embargo, concluyeron que es importante estar conscientes de que sí es posible cambiar los mandatos y avanzar en la lucha contra el patriarcado. 

A continuación otro video que llama a la reflexión sobre los diferentes tipos de violencia. Y casi al cierre, una invitación a pensar propuestas de cambio a nivel personal, familiar y social. En general se consideró que es un reto pensar cómo llevar a la práctica, al cotidiano, el cambio. Se habló de la importancia de cambiar la asignación de roles que deriva en desigualdad y, re-mirar los micromachismos para profundizar la deconstrucción tanto personal, como de los y las demás. Se observó que es importante cuestionar las actitudes que contribuyen a reproducir el sistema y mostrar otras posibilidades de ser, pero que también es importante no sentir resentimiento por quienes no han podido cambiar aún y ser comprensivas al respecto. En cuanto a lo social, plantearon que es importante estar alertas para denunciar los actos de violencia y también las irregularidades en la aplicación de la ley. También destacaron la importancia de trabajar con niños y niñas.