Marcelo Ponce, coordinador de la red de Prevención y Atención de las Violencias (PAVs), fue el encargado de moderar el taller en el que cinco especialistas compartieron diferentes estrategias educativas y de comunicación para prevenir la violencia machista. Como siempre, Jimmy Tellería, estaba de anfitrión, atento a todos los detalles.
Antes de entrar en materia, Sandy Maldonado, abogada y activista por los derechos, reconoció que no fue fácil consolidar la red PAVs de El Alto que, a día de hoy, está conformada por más de 30 instituciones públicas y privadas y también por organizaciones de base. Para llegar a ese punto, se enfrentaron muchos retos y resistencias. El proceso exigió generar alianzas institucionales, definir de a poco el ámbito y las perspectivas de trabajo. Finalmente se optó por el enfoque de masculinidades.
Al mirar atrás, recordó que el primer reto fue trabajar con hombres en tiempos en que sólo había presupuesto para trabajar con mujeres. Los cambios de gobierno fueron otro problema, porque la política pública no tiene proyección estratégica y depende de quienes ocupen los puestos en la administración estatal. Y, por si fuera poco, había que también lidiar con la tendencia al protagonismo y las agendas institucionales.
Pero una vez que logró consolidar alianzas, la red logró llevar a cabo el proyecto “Vidas libres de violencia” desde la perspectiva de masculinidades en diferentes centros de reintegración, de orientación y de acogida dijo la experimentada abogada.
A partir de talleres y otras actividades se pretende explicar el modelo masculino hegemónico y sus implicancias y lograr que los participantes cuestionen la construcción social de género y se encaminen en la práctica de roles de género adecuados y positivos. Se espera aportar con esto a la prevención de la violencia y a la equidad de género. Los grupos de masculinidades formados gracias al proyecto y las alianzas han demostrado muy buenos resultados, aseguró.
Luego de esa rápida mirada a la experiencia de El Alto, Germán Siles, licenciado en Educación, y Aldo Zeballos, psicólogo clínico, explicaron el trabajo con hombres que ejercen violencia que desarrolla la fundación Hombres de Paz en Cochabamba.
Lo ya dicho. Todo empezó luego de constatar que todos los recursos estaban destinados a la atención de mujeres en situación de violencia, y el resultado siempre el mismo: primero la conciliación y, luego, la reincidencia de los hombres en el ejercicio de la violencia.
En 2014, la fundación decidió hacer un giro y empezó a formarse en masculinidades, con CISTAC, e inició el trabajo con hombres. Impulsó diferentes proyectos y, de tanto ensayar una y otra manera de acercarse a la población masculina, promovió alianzas con los dirigentes de diferentes distritos para que ayuden a hacer talleres y actividades de prevención en sus propias comunidades. Así se formaron redes de hombres a las que se denominó Brigadas Masculinas. Tres años más tarde, en 2017, se implementó el centro terapéutico para hombres que ejercen violencia, hombres que buscaban ayuda y no tenían dónde acudir, recordó Germán Siles. Una alternativa para reducir la reincidencia de hombres que han ejercido prácticas violentas.
Las acciones se enmarcaron en la ley 348, en el artículo 31 referido a la rehabilitación de agresores, y en el artículo 35, sobre medidas de protección, y por el que los jueces deben ordenar al agresor que reciba terapia en un centro de rehabilitación.
EL desafío, dijo Siles, es “aumentar las seguridad y el bienestar de las familias de Cochabamba y disminuir los índices de violencia y feminicidios. Se espera que los hombres puedan rehacer sus vidas generando ambientes libres de violencia”. Si no se trabaja con los hombres que han ejercido violencia, lo más probable es que vuelvan a reincidir, puntualizó.
La población con la que trabajan son hombres con problemas de relación conyugal, que acuden voluntariamente, que son derivados por la fiscalía o los juzgados y hombres privados de libertad por delitos de violencia familiar.
Aldo Zeballos, por su parte, detalló que la fundación “brinda desde hace ya 3 años una atención psicológica para hombres que ejercen violencia o han ejercido violencia contra su pareja o ex pareja”. Se les llama “hombres que ejercen violencia” después de un largo debate sobre la importancia de cómo nombrar algo y cómo eso incide en la representación que se hace uno mismo al respecto. Con esta forma de nombrarlo se resalta que la condición está desligada del ser, y que hay una persona detrás de todo.
El trabajo tuvo varios momentos. Primero, se acudió a una guía metodológica armada en Cochabamba, explicó Zeballos, la guía Frente a Frente de la ONG Interteam , fruto de una experiencia previa de trabajo con hombres. Luego, se hizo una experiencia de supervisión con psicólogo clínico que permitió avanzar en la parte clínica que no estaba incluida en la guía. Zeballos explicó que todo el trabajo con hombres se plantea en algún punto la opción del cambio, pero el primer paso para eso es el reconocimiento de que hay un problema. Como muchos hombres no ven un problema en sus actitudes violentas, que hay que trabajar para que lo reconozcan.
Actualmente se han incorporado más psicólogos y no hay una sola línea teórica, hay quienes siguen apuntando a la clínica psicoanalítica como Aldo Zeballos que explicó que para que una terapia pueda ser considerada clínica, el paciente y el psicólogo entran sin prejuicios y sin ideologías, tiene que haber libertad para hablar de cualquier tema, siempre en equilibrio con las políticas institucionales. El objetivo es brindar alternativas viables ante la violencia de género. Los dos dispositivos que usan son: los encuentros grupales y el tratamiento individual.
Dejó en claro que mejorar la seguridad y el bienestar de las familias es lo más importante por ello los hombres que llegan a los grupos trabajan en su relación familiar. Y detalló que en el trabajo se dieron cuenta que no es fácil definir la violencia, porque la gente tiene representaciones propias que a veces no coinciden con el consenso social. Entonces, hay que trabajar en esas representaciones para provocar el cambio.
“Los encuentros grupales son un dispositivo de encuentro colectivo con una misma nominación legal o social, hombre que ejerce violencia, y un psicólogo con quien la persona pueda reflexionar de manera formal con otros sus dificultades y problemas de relacionamiento y decir sobre sus creencias y sus actos violentos” dijo, y recordó que los problemas de relacionamiento son universales, algunas veces eso conduce a la violencia, pero hay otras maneras de resolverlos. Cada sujeto tiene que encontrar su propio camino y jugar con las cartas que le han tocado.
De la mano de Santi Santiesteban el panel se transportó a Tarija para conocer el trabajo de Angiru, una organización que promueve el ejercicio de los derechos de la juventud, la igualdad de género, la acción climática y la cultura, que adoptó el nombre de la unión de dos palabras guaraní: anga que significa alma e iru que significa compañero o compañera. Angiru, “compañeros/as del alma”.
Explicó que eligieron el trabajo de masculinidades como un medio para involucrar a hombres y mujeres en la igualdad de género. Adecuaron los modelos “Solo para machos” y “Hombres de edu-entretenimiento”, producidos por CISTAC, a los contextos tanto urbanos como rurales donde desarrollan sus actividades. Combinan sociodramas, danza y canto para acercarse a las realidades desde las emociones lo que permita romper la barrera del miedo y el prejuicio, ponerse en el lugar del otro o de la otra y saber cómo se sienten cuando se habla de temas como la violencia, las relaciones de poder, las desigualdades, etc.
“El objetivo es formar espacios de reflexión e interaprendizaje desde las vivencias personales y de grupo para cuestionar actitudes, prácticas, comportamientos y mandatos de género machistas, para promover cambios en las relaciones entre hombres y mujeres, para que los hombres seamos más humanos con nosotros mismos pero también con nuestro entorno”, dijo.
Santi Santiesteban es economista y técnico superior en estadística, lo que posiblemente influya en la forma como Angiru inicia su trabajo. Generalmente con un video y, luego, con datos estadísticos e infografías sobre la realidad. En seguida, preguntas para la reflexión, aclaración de conceptos básicos, para culminar con propuestas de acción y cambio.
“La pandemia nos ha hecho más creativos”, dijo y detalló varios concursos. Uno de dibujos para promover el involucramiento de jóvenes, otro de mensajes positivos para promover los derechos sexuales y reproductivos y prevenir los embarazos adolescentes. También se recurrió al uso de materiales audiovisuales difundidos a través de las redes sociales. Mostró algunos ejemplos de lo descrito e insistió que lo importante es recoger la voz de las y los jóvenes para generar sensibilidad o llamar la atención sobre ciertos temas, a partir de su propia experiencia.
También llevan a cabo actividades públicas, en las calles. En el bazar de derechos sexuales y derechos reproductivos junto a centros de salud, se recuperan juegos antiguos para enseñar sobre temáticas diversas: los mitos del amor romántico, prevención de la violencia y otros. También se organizan talleres virtuales para interpelar la violencia machista con jóvenes de barrio, gremiales, universidades, colegios, premilitares.
Y para no andar a tientas, se realizó un estudio sobre juventudes, masculinidades y violencia, para conocer las percepciones respecto a prácticas, actitudes y comportamientos que promueven o rechazan la violencia de género.
Y en La Paz, Henry Roldán habló de los más de 30 años de CISTAC, pionera en el trabajo de masculinidades y de incidencia en las estrategias para la prevención de la violencia, los derechos sexuales y reproductivos, salud y otros, para lo que desarrolló cuatro líneas de acción: investigación, formación, difusión y promoción, e incidencia política.
Resumir más de 30 años fue una tarea difícil, por ello se concentró en destacar la estrategia de acción que se basa en metodologías interactivas, advocay participativo y edu entretenimiento.
Explicó que las metodologías interactivas se basan en las nociones de la educación popular que busca que la experiencia de aprendizaje sea un proceso participativo y transformador. El advocacy participativo es una estrategia articuladora de relaciones equitativas entre pares y causas colectivas, y en la generación de alianzas para la promoción de causas y la conquista de derechos en proceso de co-activismo y solidaridad. El edu-entretenimiento es una estrategia de comunicación para el cambio social, cuyo objetivo es la movilización de la comunidad en relación a un mensaje específico.
Entre los materiales desarrollados por CISTAC, destacó “Solo para machos” que incluye una teleserie de 13 capítulos que muestran las prácticas de violencia. Además de otros productos que abordan desde el machismo hasta los derechos sexuales, también mencionó las series radiales que permitieron ampliar el ámbito de influencia geográfica en todo el país. Dijo que otro producto digno de destacar es “Hombres”, una teleserie de 15 capítulos que muestra prácticas machistas y la violencia ejercida por hombres. Y en el recuento mencionó otros materiales temáticos sobre paternidades, salud, prevención de la trata y tráfico con fines de explotación sexual y laboral, entre otros.
Henry Roldán, aprovechó para anunciar “A jugar”, el material que esperan promocionar este 2021 para trabajar con niños de 3 a 7 años, para promover la cultura de los cuidados. Una nueva estrategia que, sin duda, representa un gran desafío. Para cerrar su exposición, mostró un poco de “Sólo para machos” y un adelanto de “A jugar”.
Las exposiciones generaron mucha expectativa sobre la red PAVs por lo que se compartió el número de celular 70521837 para quienes deseen integrarse a sola condición de “tener disposición para trabajar”.